Este es un blog coral sobre Historia y todo lo que la rodea. Queremos difundir sus curiosidades y excelencias, todo aquello que nos llame la atención y que a otros les pueda ser desconocido. Si quieres participar, lee las bases.

dijous, 4 de juny del 2009

Las reglas de Queensberry

Ricardo Triviño Sánchez

as reglas de Queensberry son las normas creadas en 1869 que rigen el boxeo moderno, exigiendo los guantes acolchados o los asaltos de tres minutos y prohibiendo los golpes en ciertas partes del cuerpo. Treinta y seis años después de su redacción, tendría lugar uno de los enfrentamientos más espectaculares de la época.

Edificio del Old Bailey

En el centenario ring de los juzgados de Old Bailey, en Londres, el creador de la normativa del boxeo actual, John Sholto Douglas, noveno Marqués de Queensberry, se enfrentaba al mordaz e irónico autor de El retrato de Dorian Gray, Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde, Oscar Wilde para sus admiradores y cariñosamente Oscar para los más admiradores. El juicio causó fervor en la prensa. El 3 de abril de 1895, todos los periódicos atestaron las salas para recoger cada palabra, cada gesto, de aquel histórico duelo.

El 28 de febrero, Wilde había recibido de manos del portero del club Albemarle, al que era asiduo, una nota del Marqués. El mensaje era el recurso final de un padre que pretendía alejar a su hijo, Lord Alfred Douglas, de un artista sobre cuya persona corrían rumores que lo ligaban con los chaperos de los bajos fondos londinenses. La nota rezaba “For Oscar Wilde, posing sodomite”, una injuria no sólo ignominiosa sino, desde hacía diez años, penable legalmente. La gravedad del mensaje dependía de su interpretación, bien se leyera “posing sodomite” (ostentoso sodomita) o “posing as a sodomite” (que finge ser o tiene ademanes de sodomita), pasando de ser la crítica de una actitud inmoral a la denuncia de una conducta delictiva.

La nota de la discordia

Contra los consejos de sus amigos y abogados, Wilde llevó la causa por libelo a los tribunales. Su amigo Frank Harris le advertió que “ningún jurado de Inglaterra emitiría un veredicto en contra de un padre que intentara proteger a su hijo”. Las reglas del juego ya anunciaban un resultado final no de victoria sino de Victoria. A pesar de que Wilde ofrecería una batalla sin cuartel al púgil defensor de Queensberry, Edward Carson, ni sus ganchos de ingenio ni los aplausos y risas que arrancó del público de la sala pudieron liberarlo de los insistentes y acertados directos de su oponente. Gracias a las pruebas conseguidas por los detectives del Marqués, Carson planteaba peliagudas cuestiones sobre las relaciones del escritor con jóvenes de las calles de Londres.

Con esta ventaja, atacó el arte de Wilde para desestabilizarlo aún más, tachando El retrato de Dorian Gray de “sodomítico”, además de unos epigramas suyos publicados en un controvertido número de la revista The Chameleon y una carta enviada a Lord Douglas. El irlandés, como el abogado esperaba, salió en defensa del arte (“No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo”, prefacio de Dorian). Después de una larga resistencia al asedio de su contendiente, el artista bajó la guardia y, ante la pregunta de si había besado a un joven criado llamado Walter Grainger, se excedió en el tono de su respuesta contestando “Oh, no; jamás en la vida. Era un muchacho bastante poco agraciado”. Carson le había asestado el golpe que le haría besar la lona.

Fotografía de Sir Edward Carson

El 5 de abril, en mitad del discurso de la defensa, Wilde tiró la toalla y retractó su acusación. Sin embargo, con las pruebas aducidas, Scotland Yard actuó en consecuencia y arrestó al escritor aquella misma tarde por “cometer actos de ultraje contra la moral pública con otros varones”. Aquel combate dejó K.O. a Wilde. Exiliado en París, separado de sus hijos y su mujer, quien estuvo apoyándole hasta el último momento, agravada su salud tras los dos años de condena a trabajos forzados, murió el 30 de noviembre de 1900. ¿Qué impulsó a Wilde a aquel combate perdido de antemano? ¿Amor? ¿Orgullo? ¿Inconsciencia? ¿Valor?

Tal vez pretendiera emular a sus ídolos Flaubert y Baudelaire, y la realidad le traicionara. Menos probable es que quisiera ser un estandarte de la defensa de los derechos de los homosexuales. Lo único cierto es que batallas como la suya siguen lidiándose hoy vergonzosamente con resultados semejantes.

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Fuentes:

5 comentaris:

Clementine ha dit...

La verdad es que es una lástima ver como cada frase ingeniosa que pronunciaba le acercaba un poquito más a su propia condena.

Aquí una opción al "qué harías si tuvieras una máquina del tiempo": pues decirle a Wilde que se quede calladito y no denuncie a Queensberry!

Unknown ha dit...

"La verdad es que es un lástima ver como cada frase ingeniosa que pronunciaba le acercaba más a su propia condena"

Yo creo que es un ejemplo de lo que viene llamandose "pasarse de listo"... Parafraseando a la madre de Sheldon Cooper... "Está bien ser mas inteligente que los demás, pero no puedes ir por ahí demostrándolo porque a la gente no le gusta"

Desde mi humilde opinión curiosa anécdota y excelente post.

Madame Blavatsky ha dit...

Excelente estilo diría yo, y magnánima recreación de un combate de púgiles la que consigues con los juegos de palabras, los entrecruzados y los símiles y metáforas en este artículo. La verdad, y no sólo por el lenguaje referido al boxeo, uno tiene la sensación de encontrarse en un verdadero ring. Preciosa manera de exponer unos datos que pocos conocen, y lo digo por mí, porque no conocía en profundidad las circunstancias de la condena por homosexualidad y posterior muerte de Wilde. Por favor, recuérdame aquel título que escogiste para un trabajo sobre Oscar y que reflejaba un juego de palabras de los que tanto te gustan... ¿cierto que eras tú?

Yo también creo que Wilde falló más por su arrogancia intelectual que por su defensa de la homosexualidad, que probablemente en ese momento no tenía nombre ni entidad, así que no sé si verdaderamente es "lícito", o toma un cariz anacrónico, por así decirlo, el tomarlo como "estandarte de la defensa de los derechos de los homosexuales".

Anònim ha dit...

¡Qué tan alto hablas, oh, Madame! XD

El título de mi trabajo fue "Wilde, de él para Wilde". Guay del paraguay, vamos. XD

En referencia a tu comentario "su defensa de la homosexualidad, que probablemente en ese momento no tenía nombre ni entidad". Wilde se refiere a la homosexualidad en sus cartas posteriores a la condena como "amor uraniano", y alega una defensa en favor al respeto a este tipo de amor.

Aunque estoy de acuerdo en que defendía más la asumida genialidad de sus propias figura y obra que de la homosexualidad.

Y apoyando la cita de Hakdack, convoco a Groucho: "Más vale parecer tonto y estar callado... que abrir la boca y disipar las dudas".

PD: Después de mirar en internet, no estoy seguro si es de Groucho. Yo la he asociado siempre a él, pero en una página se la adjudican a Noel Clarasó y otra el tipo se la adjudica a su abuela (!!). No tengo ni idea. :P

Madame Blavatsky ha dit...

Bueno, he creído oprtuno adoptar el tono excelso para este blog... para que veas que no sólo sé decir cutreces XDDDD

Amor uraniano... tenía algo que ver con el rollo de Ganimedes y tal? por lo de la astrología y eso... qué me cuentas? Se me ha ocurrido así a la ligera, lo tendría que consultar en google...

Yo esa cita la hubiese atribuido a Woody Allen, que de hecho creo que alguna vez he oído decir que era suya, pero no lo creo, parece más propio de Groucho, que la abuela del tío ese no la conocemos... esto es un poco como quien se atribuye grandes ingenios, como la invención del palabro "corky" en los noventa, no?

XDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD